miércoles, 20 de junio de 2012

texto.


Ayer busqué la realidad después de beber una copa de vino, la busqué incesantemente debajo del sofá, sólo encontré una bola de pelusa con muchos hilos de colores que no dejaban de repetirme yo soy  y no es posible...
Yo soy y no es posible
Yo fui y comprobé que no era posible
Y así fui.
Entonces busqué la realidad en las raíces de mi mano y me puse mis lentes para saborear lo que era verdad, sólo encontré estrellas y fuegos artificiales. Bajé las escaleras, con mis pies logré tocar la punta de tu nariz y tu voz animada, breve. Me pregunté lo que a ti, pero a mí misma, no supe responderte. No supe si mis aretes, si el sacarte de una cajita de plástico, aventarte al mar estaba bien. No supe distinguir si tú estabas bien.
 Releí muchas veces la definición de realidad hasta ya no entenderla, escribí tu nombre, le coloqué diamantes a las vocales y escupí todas las consonantes. Te aventé hacía adentro, porque sería incapaz de no tragar tu figura tan tradicional. Quedarme sin nada.
Luego busqué la realidad en mi cama, me toqué toda, justo cómo tú me dijiste. Y lo único que encontré fue un sueño vestido de gris que me dijo: No soy yo pero estoy cerca, te lo puedo probar, te lo puedo probar: esto va a pasar. Grité.
Lo siento, no  he podido encontrarte en todas mis noches, pero he decidido adornarlas con foquitos de colores para no pasar tanto frío.

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