martes, 11 de septiembre de 2012

Rojo púrpura





Ayer estuve a nada de volar, 
había un universo amarillo, 
rojo púrpura,
comenzar de nuevo,
borrarlo todo,
azul  mostaza, 
verde mate,
ignorarlo todo
y cantar.

Había burbujas doradas.
Sus ojos brillantes 
susurrando silencios,
hicieron que me sintiera poderoso.
Extendí mis sueños
los deshice 
volví a pegarlos.Volvía.

Construí pupilas, 
dime que no.
Armé cercas, 
no te alejes.
Levanté barandales,
vamos a caernos juntos. 

Había burbujas doradas. 
Los dedos son cuchillos
que son mentiras en palabras, 
que son. ¿Qué son?


Cantamos, 
ignoramos todo.
verde mate, 
azul mostaza,
borramos todo y 
comenzamos. Lo pintamos.
Rojo púrpura.

El hombre que quiero


El hombre que quiero vino del Sur, lleno de frío, con mucha hambre, recuerdos y arañazos. A penas despertó, el fuego invadió sus ojos. Conté 476 moretones y 34 cicatrices de todas sus mujeres; antes de conocer su saliva y su piel conocí su mirada que es mi perdición. Desde el primer día sus manos me dijeron qué quería. Que quería sólo jugar conmigo.

Él guarda dentro de su abrigo dos bolígrafos para manchar mi piel cuando se lo pida y resguarda celosamente un libro con su nombre. Ayer me sonrió furtivo, en ese instante le reproché las noches que faltó, le conté como lo imaginaba, cuanto lo deseo.

Toma mi corazón
Besa
Me los deseos

Rozó mi mano discretamente, despertando los poros de mi piel y con ellos la emoción de volver. Vamos a colorear nuestras pupilas, “Todavía no es nuestro tiempo”, dijo. “Hoy, las letras nos separan”.  Se apropió de mi mano, caminamos por calles solitarias, dejamos que el tiempo no pasara.

*
Quería sólo jugar conmigo, pero cedió. Se dio cuenta que los momentos que recolectamos y guardamos en un cajón sí servían. Los utilizaba en las noches vacías, los leía cuando no bastaba su calor. Aún no me despierto y ya está en mis labios, tengo sus ojos enterrados en mis manos, hago todo lo posible por arrancarlos pero no puedo; son tantos que están en mí, en mi cuerpo, demasiados clavos en mis palmas.

Limpia mi corazón
Canta
Me tus delirios 
 
Imaginaba. ¡Cuánto lo deseo! Juguemos con los corazones atravesados, así de algo servirán. No me niegues ahora el derecho de alcanzarte, te quiero bonito para colocar tu figura en la vitrina, rudo para que pelees con las muñecas de porcelana que guarda mi madre y sucio por las tierras que transitaste.

“El tiempo no pasará”, dice. Escúchame, las letras no nos detendrán, no te pararán los días soleados, ni las infinitas estaciones del metro, no haré caso de los reclamos de mi madre. Nos besamos, me abrazó muy fuerte, acomodamos las nubes para crear nuestros versos y repetirlos hasta que la Ciudad de México se quede sorda por tanto ruido.
*
Mancha mi corazón
Escribe
Me un poema

Clavos en mis palmas después de la noche que pasamos juntos. Ayer me coloqué de puntitas al balcón y aprovechó la ocasión. Entones nuestros cuerpos murmuraron los secretos de todos los habitantes y su mirada quemó mi sexo. Permanezco junto a él con las alas rotas y la piel apagada. Todo porque le creí. Volteo. Está a mi lado, rudo, fuerte, duro, “te lo mereces”, repite. En ese instante aprieto mis manos para que sus ojos me cuenten sus deseos.

Las tierras que  transitaste en nada se parecen a la Ciudad de México (que es nuestro corazón), porque nunca había amado tanto y tan poco, porque logré lo que quería. Lo sé, ya me esperaba desde hace tiempo también. Vi en sus pupilas la luz que me hacía falta.

Sorda por tanto ruido me quedé al enterarme que, lamentablemente, el hombre que quiero no es el que tengo.
*
Extiende tu mirada
 Deja
Me cobijar con ella.