sábado, 10 de noviembre de 2012

10.11.12


La imposibilidad de decirte cómo me siento.
Siento que es mejor no hacerlo,
me aferro al  hilo de mi boca a tu cintura,
se ha vuelto rígido, la carne dura.

Entonces dices,
“sigue soñando con el encuentro del amor,
ese hombre no te quiere como yo,
que las estrellas no importan,
pero la biodimensionalidad sí”.

Lo que importa es la carne, el calor, la violencia y que estas aquí. Arriba, abajo, sin perder el ritmo.  Más rápido zorra. No pares porque no importa en cuantas ciudades te corriste y recorrí.

Cuantas ciudades están debajo y encima de nosotros,
eso no importa.
“El hilo tensor” dices.
Y sigo porque
quiero ver una ciudad llena de luz imposible:
Barro blanco.

Es nula la posibilidad dice.
Sostiene mi cabeza para no escuchar
los ruidos y las luces,
el silencio.

“Quédate quieta,
tu cuerpo ya ha hecho todo”.
Aguanta más, regresa, eres mi animalito esta noche; las esquinas no te soportan en medio de tanta bulla. Soportar tu sabor.

Pero yo quiero encontrar una ciudad donde los edificios tengan el corazón muy grande y de color morado. Una ciudad sin historia donde las memorias no existen. Si terminas entonces terminaré también mi viaje. No quiero ser libre.

Termino sin encontrarme (encontrarte), he recorrido ya los pabellones de tu piel, bebido las sales de tu mar.
Y te digo que ya no quiero, que me voy. Con las puertas cerradas no escuchas, pero tengo que soportar tus ruidos,
                       tus ventanas
                                            tu ineptitud
                                                               tu satisfacción.

No regreses, recortaré esta noche de todo el universo. Lárgate de mí. Despréndete de mi cuerpo, la sabana se ha vuelto una prisión y tu calor me asfixia, siempre el exilio me ha dejado sin aliento.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Libélulas


Las letras se escapan del papel

                                para posarse en el viento.

Si intento atraparlas,

                    ufanas pernoctan en tu boca,

                                                   invaden tus ojos,

                                                                                cristalizan tu cuerpo,

                                                        

                                                                                     hasta volverte poesía.