sábado, 8 de diciembre de 2012

Su y cidio


Me suicidaron todos los abandonos de mi vida. Uno tras otro fueron cómplices, asesinos violentos de la palabra “intentarlo”. Nací mirando despacio, con la letra M en la frente, tratando de memorizar cada instante. Y cuando crecí toda la gente dice, cuando me percaté del lugar dónde me encierro, la gente.  

Dice: Muerte es vida
silencio
                        sexo                        

 No hay forma de ser tu propio verdugo, siempre se necesita alguien más, créeme. No es el qué haces contigo, si no ¿por quién lo haces? Mis abandonos, queridos sayones robustos, plasmaron  las letras E y  L en mis ojos. De esta forma se aseguraron que no pudiera ver lo que hay y siempre quiera ver “más ………………………………………………….…………………………………...   allá”. En ese instante.

Dicen: Después de la muerte
y el sexo,
el silencio.

No hay nada después de todo, y el todo de los hombres es el amor y la muerte. Me suicidaron dulcemente mis abandonos,  me entregué a la bebida y me dejó, compartí la cama con muchos, ahora ella me repudia. Me dejaron otra vez, antes colocaron en mis oídos unos aretes con las letras A y N, un delgado hilo de sangre recorrió mi cuello.

Digo: Amor y muerte
inmensos placeres
grandes sacrificios.

Ni amar, ni vivir: ser nada. Estoy cansada de intentarlo siempre, quieren que muera, eso es. Termino mi atuendo con las letras que recolecto del suelo. Mientras las uno, renuncio a ese inmenso goce que nunca conocí y me preparo para disfrutar lo mínimo y sufrir en igual proporción. Todas unidas las coloco alrededor de mi cuello, cierro los ojos, recuerdo los besos, las caricias y palabras que me harán compañía en la eternidad. 

Decimos: Los bellos suicidios
son los que se pueden contar.



1 comentario:

  1. Contactame, me gustan tus textos.

    cubiaseditorial@hotmail.com

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